LAS FASCIAS.
Este es el resumen de un artículo que leí este verano y me pareció muy interesante. Ojalá os guste tanto como a mí.
Estas extrañas fibras blancas, conocidas como "fascias" están en boca de todos. Los científicos se fijan en ellas como causa probable de enfermedades y dolores hasta ahora inexplicables, y también como fuente de curación.
Encontramos el tejido conectivo por todas partes, no solo bajo la piel. También en los tendones, en los músculos, en los cartílagos. Se extiende por el cuerpo como una red de malla fina de los pies a la cabeza, de fuera a adentro. Envuelve y penetra todos los órganos, el intestino, el corazón, los ojos, el hígado, todas las venas e incluso el cerebro.
El tejido conjuntivo existe en numerosas formas y consistencias.
El tejido conjuntivo laxo: una especie de pegamento lubricante entre las distintas capas, placas, músculos y órganos. Proporciona al cuerpo en movimiento la armonía de su deslizamiento interno.
El tejido conjuntivo es una malla omnipresente en todo el cuerpo, sin comienzo, sin fin. envuelve y penetra también a todos los músculos del cuerpo, que no servirían de nada sin el tejido conectivo, ya que asegura la suave interacción de las partes: las fascias revisten a cada uno de los miocitos formando una especie de panal.
El tejido conectivo es uno de nuestros órganos sensoriales más complejos: más del 80% de las terminaciones nerviosas libres se encuentran en la fascia que delimita los músculos del aparato locomotor frente al tejido subcutáneo. La fascia está repleta de sensores de movimiento y receptores de dolor. Sirve también a la propiocepción, el "sentido corporal" para la percepción del movimiento y la posición en el espacio.
El tejido conjuntivo puede enfermar y doler. Muchos de los que sufren molestias en la espalda tienen alterado el correcto deslizamiento de las tres capas de la fascia lumbar.
No solamente la causa del sufrimiento se puede encontrar en los músculos o en las articulaciones. En muchos dolores ha pasado algo con el lubricante, es decir, con el tejido conectivo laxo entre las capas.Las heridas internas a menudo se curan mal y pueden aparecer graves adherencias.
Robert Schleip. Terapeuta corporal experto en "rolfing" (terapia manual que trabaja sobretodo el tejido conjuntivo). Tesis doctoral en Biología Humana en 2.006. Su experimento consistió en sujetar firmemente trozos de fascias en un aparato inventado por él exponiéndolos a neurotransmisores que el cuerpo humano produce cuando sufre estrés.
El tejido conjuntivo se puede "contraer" en situaciones de estrés independientemente de los músculos.
¿Reenvían las fascias las tensiones en una parte del cuerpo a otras partes?. El cuerpo intenta contrarrestar el impacto, adopta una posición antálgica.
Nuestra red interna es tan eficiente como sensible. El estrés, la radiación o la mala alimentación son puro veneno para las fascias.
Los pequeños trastornos pueden provocar inflamaciones e irradiar a los músculos vecinos.
Como los nervios están intercalados entre las fascias, estos endurecimientos los aprietan. La consecuencia: contracturas y dolor.
Se empieza a sospechar que las varices, el bruxismo, las enfermedades intestinales y las de los pulmones, al igual que las de la cadera o rodilla, pueden tener su origen en el tejido conjuntivo.
Todos los componentes del tejido conjuntivo flotan en una matriz viscosa que contiene compuestos de proteínas y glucosaminosglucanos; hace de sustancia fundamental para la interacción no solo de los sensores y receptores sino también de los leucocitos, los adipocitos y las neuronas.
En este "océano interno" se combaten los gérmenes y las sustancias nocivas, se almacenan las provisiones de energía y se eliminan los residuos a través del líquido linfático. El sistema linfático y el tejido conjuntivo apenas pueden diferenciarse: tan intensa es su colaboración.
Los soberanos de esta matriz son los fibroblastos.
Como si de pequeñas fábricas se tratara, no paran de producir los complejos proteícos, las fibras colágenas con su función modeladora y las fibras elásticas de elastina y, además, desmontan las viejas estructuras desgastadas. Los nuevos compuestos adquieren su forma y función final según las necesidades del momento y el entorno.
Los fibroblastos patrullan por la matriz y modelan la tensión del tejido gracias a su producción de proteínas y fibras.
Cuando encuentran trastornos en alguna parte del cuerpo empiezan a producir masivamente colágeno y lo contraen, una acción en principio muy beneficiosa para la curación; estas células salvadoras suelen morir una vez cumplida su misión.
Si algo interfiere en la curación, como una inflamación o un sobreesfuerzo crónico, continúan con su ritmo de producción. este desarrollo excesivo de las fibras colágenas se llama fibrosis . Las cadenas se anudan y crean acumulaciones rígidas de fibras. Las fascias se "apelmazan": se trata de microcicatrices que fomentan una tensión perjudicial del tejido, el comienzo de muchos tipos de dolor y sufrimiento.
La sobreproducción de las fascias puede llegar a destruir órganos enteros e incluso se relaciona con el cáncer. Está demostrado que el tejido conjuntivo contribuye al crecimiento y la extensión de los tumores malignos. Cuando éstos aparecen el tejido conjuntivo revela una actividad de cicatrización desatada y crea una cápsula alrededor del tumor. mientras más rígida resulta la cápsula más estimula el crecimiento del carcinoma.
¿Cómo desenredar el enredo interior? Esta es la respuesta de Robert Schleip: "el que no se mueve se apelmaza".
Movimientos elásticos y pivotantes son idóneos para entrenar las fascias.
La repetición monótona de ejercicios físicos iguales no favorece el deslizamiento sedoso.
La práctica regular de ejercicios variados estimula el tejido conjuntivo, tiene un efecto "antifibroso". Durante solo 72 horas, los fibroblastos ponen en marcha la producción de colágeno fresco y de herramientas moleculares para desenredar las cadenas apelmazadas. Sin embargo la "vida media" del conjunto de colágeno en el cuerpo, es decir, el tiempo necesario para renovar la mitad de todas las fibras colágenas se eleva a alrededor de un año. Entonces se perciben mejoras considerables en la totalidad de la estructura.
"Si la arquitectura del cuerpo ya está fuera de su equilibrio el paciente tiene que hacer más" según Schleip, quien nos remite a Helene Langevin, catedrática del departamento de Neurología de la Escuela Médica Harvard en Boston. Formada en la medicina ortodoxa, empezó a estudiar el tejido conjuntivo; según ella, el tejido conjuntivo es bastante receptivo a los estímulos mecánicos. Estirarse "nos hace sentir bien". Langevin quería saber porqué.
Cuando estiramos un brazo por encima de la cabeza y nos doblamos hacia la derecha (ejemplo de estiramiento) "ocurre algo muy interesante" tal y como cuenta Langevin al observar de cerca los fibroblastos ubicados en el lado que se estira.
Las células, más bien pequeñas y estrechas, se ensanchan en el tejido estirado de forma espectacular: aumentan un 200% su tamaño. Gracias a esto, bajan la tensión principal en las fascias y liberan moléculas de señalización en la matriz que corresponden a un estado de relajación.
Langevin pudo demostrar en experimentos con animales que los estiramientos liberan neurotransmisores que alivian el dolor y la inflamación al tiempo.
Las células por tanto "sienten" las fuerzas mecánicas y las traducen en señales bioquímicas que llegan hasta el ADN.
El tejido conjuntivo controla su propia tensión a través de sus fibroblastos.
En muchas posturas de yoga se estiran fascias grandes de forma lenta, suave y detenida, y esto produce un potente efecto antifibrosis.
Respecto a la acupuntura, la doctora Langevin echó mano de un robot acupuntor que introducía las agujas con un giro exactamente igual y a la misma profundidad que los acupuntores tradicionales.
Con tecnología de ultrasonidos observó los efectos sobre el tejido: las fibras colágenas envuelven la aguja de acupuntura como un remolino; el tejido responde al estímulo del pinchazo y el giro y se dilata de una manera dada. Los fibroblastos reaccionan igual que en un estiramiento de yoga.
Las terminaciones nerviosas en los puntos críticos suelen reaccionar de forma muy sensible.El tratamiento del tejido conectivo no tiene nada que ver con los conceptos esotéricos de flujos de energía.
Más allá de los factores psicológicos como los beneficios de la atención y el contacto, aquí pasa algo tangible: los estímulos mecánicos desatan reacciones en cadena en el orgánismo.
Cuando los terapeutas corporales presionan, estiran y tiran, extienden el tejido en un espacio mínimo, parecido a como lo hace la aguja de acupuntura. Los terapeutas estimulan el tejido fibroso, lo relajan y probablemente incluso disuelven las "partes enredadas". Los fibroblastos van eliminando las viejas acumulaciones de colágeno y construyen nuevas estructuras. En consecuencia, las capas del tejido conjuntivo vuelven a deslizarse sin obstáculos.
El tejido conectivo está formado por agua en casi un 70% de su composición. Cuanta menos humedad hay en la matriz peor se lleva a cabo el movimiento.
cuando se dosifican bien los estiramientos, la cantidad de agua absorbida es mayor tras la práctica de los ejercicios que antes, y la capa lubricante más flexible.
"Ahora tenemos un modelo científico para lo que nosotros, terapeutas corporales, siempre hemos serntido bajo nuestras manos". (Luigi Stecco, fisioterapeuta).
Los últimos estudios indican que no solo los masajes dolorosos tienen su efecto, también los suaves. Los receptores en las fascias superficiales de la piel transmiten las señales más delicadas hasta las profundidades y relajan el tejido.
[REVISTA GEO. "Las fascias" nº 242/2015 - Hania Luczak]